Rarezas, manías y malos hábitos de grandes pintores
- De muchos es sabido que Pablo Picasso, como todo genio, tenía un buen puñado de manías y rarezas. Según relataba la que fue su amante durante casi una década, Françoise Gillot, el padre del Guernica tenía por costumbre cada mañana quedarse un buen rato acostado en la cama mientras enumeraba un sinfín de enfermedades que le aquejaban, “una especie de letanía que repetía a diario, con más o menos insistencia”. Solo bebía agua mineral o leche, comía exclusivamente verduras, pescados, arroz con leche y uvas. Además convivía con un perro, tres gatos siameses y una mona llama Monina.
- Entre otros pintores con hábitos menos saludables encontramos a Balthus, que acostumbraba a pintar fumando, porque aseguraba que duplicaba su poder de concentración. Francisc Bacon, que combatía su insomnio leyendo libros de cocina, prefería hacerlo de resaca, cuando su mente “chisporroteaba de energía”. Touluse-Lautrec, seducido por la coctelería americana, se atrevía a preparar sus propios mejunjes, como una combinación de ajenjo, mandarina, licor amargo, vino tinto y champagne al que tituló Rubor de Doncella.
- Paul Cézanne estaba convencido de que todas sus modelos
siempre estaban flirteando con él. Por si esto fuera poco, no soportaba que nadie lo tocara. Según su amigo Emile Bernard, la explicación a esta aversión hay que buscarla en la infancia del artista, que siendo muy pequeño, recibió una fuerte patada en el trasero por parte de otro niño mientras se deslizaba por una barandilla, haciendo que cayera al suelo. “El imprevisto e inesperado golpe me afectó tan fuertemente que, después de tantos años, vivo obsesionado con que pueda volver a suceder.”, aseguraba el propio Cézanne. Su afán perfeccionista le llevaba a soltar los cubiertos en plena comida para estudiar el rostros de los demás comensales bajo el efecto de la luz, o bajar al jardín para sentarse y salir luego disparado hacia su estudio. Incluso llegó a ausentarse del entierro de su madre por estar inmerso en unas vista que pintó a la acuarela.
siempre estaban flirteando con él. Por si esto fuera poco, no soportaba que nadie lo tocara. Según su amigo Emile Bernard, la explicación a esta aversión hay que buscarla en la infancia del artista, que siendo muy pequeño, recibió una fuerte patada en el trasero por parte de otro niño mientras se deslizaba por una barandilla, haciendo que cayera al suelo. “El imprevisto e inesperado golpe me afectó tan fuertemente que, después de tantos años, vivo obsesionado con que pueda volver a suceder.”, aseguraba el propio Cézanne. Su afán perfeccionista le llevaba a soltar los cubiertos en plena comida para estudiar el rostros de los demás comensales bajo el efecto de la luz, o bajar al jardín para sentarse y salir luego disparado hacia su estudio. Incluso llegó a ausentarse del entierro de su madre por estar inmerso en unas vista que pintó a la acuarela.
- Édouard Manet pintaba a muchas parisinas y no ocultaba su fascinación por “un pie contundentemente expuesto”. “Se puede deducir todos sobre una mujer por la manera que coloca los pies”, dijo una vez a Mallarmé, “las mujeres seductoras siempre vuelven los pies hacia fuera. No esperes llegar a nada con una que los vuelva hacia dentro”.
- Por último, el gran artista mexicano Diego rivera siempre fue un fabulador de proporciones épicas. Una vez afirmó que había escondido una bomba en su sombrero para intentar asesinar al presidente Mexicano Porfirio Díaz.
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